¿Lo más valorable del casting?
Ni el mejor casting del mundo puede hacer valer a quien no sabe estar.
Manías, extravagancias, delirios de grandeza, poses y todo aquello con el más leve aroma a «problema», queda, inmediatamente, descartado.
Ayer, hablando con una actriz, me preguntaba sobre lo que considero más importante en un casting.
Supongo que esperaba escucharme decir algo así como la dicción, la presencia, la capacidad dramática.
No.
Lo más importante es que sea una persona normal.
Que lo último que piense, cuando le vea, sea en la palabra problema.
Un rodaje ya tiene muchos inconvenientes per se, tengamos presente que, por otro lado, me veo obligado a lidiar conmigo mismo y, además, luchar contra el generador de electricidad, el plano que no termina de funcionar, el micrófono que decide mostrarme sus dotes canoras y me obsequia con toda clase de chasquidos…
Lo último que necesito es otro problema añadido.
Después, cumpliendo esta premisa (no demasiado exigente, ¿verdad?), me gusta valorar la flexibilidad del artista. Un buen actor debe tener su personaje claro, pero no blindado.
En algún rodaje me tocó lidiar con un tipo, no me atrevo a llamarle actor, que se traía de casa el personaje y, por más que le dijeses, nada, don erre que erre.
Y finalmente, que respete el texto. Supongo que será una manía de guionista, pero es que llevo fatal el asunto morcillas.
En mi primer largometraje (independiente, o sea, sin un euros), «Uno de vosotros me traicionará», situado en el siglo I de nuestra era, en plena Palestina, un actor, muy dado a la organicidad a través de la morcilla, me coló un «¡Por Dios!», que cuando vi, en edición, me dejó mudo durante horas.
Los judíos tienen prohibido nombrar a Dios y este tipo, haciendo caso omiso de mis «Por favor, el texto», me acabó encajando un sonoro «¡Por Dios!», a modo coletilla, que a él le debió venir de perlas y al montador también: lo eliminé.
En resumen: ¡normalidad, «por Dios»!, para extravagancias solo tengo que mirarme al espejo…
Un abrazo a todos.
P.D.: «En la fotografía, el actor Ramiro Melgar, intérprete maravilloso. Afortunadamente no me improvisó ni morcilleó, un placer trabajar con él.»

Ayer leí tu comentario y, por la noche, lo comentaba entre escena y escena de «bolo» de fin de semana con un compañero que también lo había leído.
Lo que planteas aquí, es una máxima que viene de lejos y que, en el teatro, se tiene que tener aún más presente….un rodaje implica una colaboración laboral y una cierta convivencia, pero los «problemas» a los que creo te refieres son aún más desesperantes si cabe cuando se trata de un espectáculo teatral. Debes compartir muchas horas, viajes y meses de gira que resultan terribles, simplemente, por una mala elección de los actores-personas.
No me pondré en la famosa frase «un actor, un problema, dos actores, dos problemas» porque hay actores que resuelven (y muy bien) y sin los que un proyecto nunca podría salir adelante. Pero tienes razón en lo que afirmas. Todas las extravagancias a las que haces referencia creo que vienen de un mismo origen y este es el de creer que este trabajo es diferente. Es diferente en muchos aspectos, pero como «trabajo» en sí es exactamente lo mismo que trabajar en cualquier otro sitio. ¿Cualquier empleado de una empresa se plantearía no cumplir las normas del puesto de trabajo, como horario, criterio del jefe o cuestionar el trabajo de los compañeros?. Creo que no, entre otras cosas, porque le duraría poco el empleo.
Cuando nos ponemos en manos del director, él es el reponsable de lo que está pasando en el rodaje, en el ensayo…y es tan sencillo como comprender eso. El equipo forma una unidad y cada uno debe desempeñar su labor y dejar que los demás desempeñen la suya. Y no solo dejar, sino colaborar para que la idea del profesional en cuestión fluya y brille en todo su esplendor. Se trata de ser generoso, pero a quien no lo es en la vida, nunca le pidas que lo sea en el trabajo. Si yo firmo el vestuario, es mi responsabilidad. Yo, en teatro clásico, por ejemplo, he «sufrido» en un principio vestuarios y o peluquerias que en los ensayos me resultaban agotadores y muy problemáticos pero que en el resultado final adornaban mi interpretación haciendola crecer. Por eso la importancia de confiar en los profesionales que rodean y de que estos, realmente lo sean.
La humilde experiencia con mi Compañía me ha enseñado como partirse el lomo por algo y ver como algunas personas hacen «lo justo», no cuidan un vestuario que me ha costado un mundo conseguir, no traen el texto aprendido y luego tratan de improvisar genialidades…
Algunos montajes que para mí eran un motivo de orgullo y alegria han tenido momentos amargos que me podía haber ahorrado. No he vuelto ha trabajar con esas personas. Es lo bueno de este trabajo. Si fuesemos funcionarios no habría más remedio que aguantar «al pesado de la mesa de al lado». Pero no en nuestro caso. Y eso está muy bien…Aunque se enfaden contigo. En el trabajo, como en la vida, hay que saber decir no, pero eso solo se aprende con la experiencia.
Los actores somos personas y, como tales, nuestra personalidad se refleja en nuestro trabajo: el colaborador, el problemático, el desorganizado, el optimista….son tipos de actores y tipos de personas…si posees el «ojo clínico» para descubrir las cualidades de cada uno en el casting…¡Dichosos tus ojos!…Porque auguro que tus proyectos irán como la seda…
Don Enrique Diosdado, maravilloso actor y director, pero sobre todo, gran persona, decía: Se puede saber si una persona ES o no actor tomándose un café…. Y es que se puede ser mejor o peor actor, pero SER…..Los que realmente lo son, nunca te fallarán.
Aplaudo tu comentario. Estoy de acuerdo en todo, absolutamente en todo.
Me gusta mucho tu artículo porque aborda una realidad que muchos aspirantes, sobre todo, desconocen. Hay mucho mito entorno a la vida de actor que viene principalmente del cine (para adorable colmo). El cine magia y la magia hechiza a todo el mundo, precisamente por esto lo que yo enseño siempre es a tener los pies fijos en el suelo mientras se permite que la cabeza teja su lugar en los sueños. El trabajo de actor es trabajo y punto. Y la gente que hace este trabajo es gente, y punto. Me gusta mucho también el comentario que te deja Esperanza, yo también soy de teatro y he sufrido lo insufrible, pero también he disfrutado. Hay que saber estar y hay que saber gestionar las emociones dentro y fuera del personaje. Un abrazo!
Good blogging!