
EL DIARIO – Rodando de milagro.
Bien, ya estamos aquí…
Nos hemos pasado unos meses instalados en el planeta de la imaginación: un lugar acogedor y cómodo como pocos, donde basta tener una idea para que ésta automáticamente exista.
Pero llega la hora de llevar las ideas a la práctica…
El diagnóstico parece obvio: Misión imposible. Mejor recogemos los trastos, nos bajamos de la nube y regresamos a casa a tiempo de cenar una sopa de sobre, iluminados por la confortable luz de la televisión; seguro que pasan algún reality-show cuyas miserias hacen palidecer las nuestras.
Afortunadamente, a lo largo de mi vida siempre he procurado tener cerca personas cuya falta de sentido común alimente la mía y como dijo aquel: «me apunto a un bombardeo».
De tal guisa nos plantemos la posibilidad de sacar adelante un nuevo corto. No hace mucho, un compañero en esto de las producciones suicidas sentenciaba: «Hacemos cine de miedo, pero lo realmente terrorífico sería hacer público el presupuesto con el que trabajamos» Amén, señor.

Y hete aquí que servidor, agnóstico militante, tiene que agachar el morro y admitir que los milagros existen. De pronto descubres que, sin saber bien cómo, la nave va y la travesía te está descubriendo paisajes que nunca soñaste.
Eso es el cine y por eso lo adoro: poseo alma de escritor, pero el solitario universo de la literatura nunca me regalará tal grado de imprevisión y sorpresa como lo hace el trabajo en equipo.
Quizás por eso escribo este texto.
Porque carezco de otro modo de agradecer su ayuda a todos los que se han implicado en este proyecto: Interpretes como Raquel y Julián, ya conocidos en esta casa, que vuelven a confiar en nosotros y ante los que no puedo sino expresar mi más rendida admiración pues son capaces de convertir cuatro diálogos y dos anotaciones sobre el papel en seres de carne y hueso. Lara, cuya poderosa presencia ya intuíamos pero, además, dotada de una elegancia en pantalla que ha desbordado nuestras expectativas. Y Javier: persona que irradia una calidez tan extraordinaria que sólo es comparable con su naturalidad interpretativa; un maestro.
Nadie lo diría pero aquellos que me conocen saben no soy nada dado a dorar la píldora.
En fin, sigamos. En la parte técnica contamos con dos profesionales que, aparte de su labor, han aportado su estupendo carácter, convirtiendo la idea de sacrificar nuestro escaso tiempo libre en sacar esto adelante en un autentico placer.
Por un lado, Anabel, recién llegada a esta casa, que convierte la labor, siempre ardua y tediosa, del maquillaje en una delicia (por aquello de no desvelar más de la cuenta, no voy a extenderme pero van a alucinar con el trabajo de esta chica).
Y por otro, Arturo, al que me sabe a poco definir como operador de cámara pues sus aportaciones son fundamentales en todos nuestros proyectos; viejo amigo en esta y otras lides, su presencia se nos ha hecho imprescindible. Lo mismo cabe decir de Blanca a la que hemos echado de menos y esperamos siga asomándose por éste y futuros proyectos.
Pepe: una de esas personas cuya cercanía ya infunde seguridad y que está llamado a convertirse, por derecho propio, en nuestro Joe Pesci particular.
Y, cito de memoria: Jorge, Manuel, David, Carmen, Jacinto, Manolo, Laura, Pablo, Nacho, Jesús, Sonia, Sofía, Lourdes, Raúl… vuestro apoyo hace que esto merezca la pena.
Y, claro, Óscar: Alguien capaz de convencerme de que esta locura era factible y brindarme el comienzo de una larga amistad… (suenan los acordes de la Marsellesa)
Mario Bravo
Director.